Geli Gonzalez

Vislumbre

Mujer, cuerpo e independencia – Munt, 2016

Desobedientes e indóciles, nos rebelamos a confinamiento alguno. En todo caso, construimos a sabiendas nuestros propios encierros.

Entramos a la sala y descubrimos un accidente, y ese accidente se convierte en parte del artilugio.

Erigir un refugio en una casa. Ocultarnos en una “máquina de mirar”, observar el mundo desde allí. Luchar por su dominio, intentar atraparlo fugazmente. Contienda en la que nos embarcamos junto a Guadalupe al perseguir lo inalcanzable, esa imagen disfuncional en su provisoriedad. Tiempo puesto en acto.

Tierra, suelo, origen y final. Trasladamos y construimos. Con Sofía erguimos en monolitos el material desgranable. Pero diseño y orden son precarios: la sucesión de los días trastoca lo compacto y se impone una suerte de comportamiento nómada. Un nuevo desplazamiento se inicia. Una construcción que provoca a la deconstrucción.

Algo sucede también con el orden habitual de la arquitectura. Inestabilidad. Alteración provocada por un cortinado en sospechoso derrumbe, la sala parece “girada” en uno de sus ángulos; el largo en exceso de la tela suma desacuerdo a la situación. En un intento de suspender el  olvido, de detener los estragos del tiempo, nos obstinamos con Geli en reconstruir los objetos “petrificando” sus interiores, en asir lo escurridizo mediante siluetas deslumbrantes, en sus ya  débiles estertores.

Tucumán, Marzo de 2016.

Artistas: Guadalupe Creche, Sofía Noble y Geli González

 

 

VISLUMBRE. Instalación. Tela, caño, ventilador. Medidas variables. 2016

 

VISLUMBRE. Instalación. Mujer, cuerpo e independencia. Detalle. Pintura sobre pared. 2016

 

VISLUMBRE. Instalación. Mujer, cuerpo e independencia. Detalle. Pintura sobre pared. 2016

 

VISLUMBRE. Instalación. Mujer, cuerpo e independencia. Detalle. Pintura sobre pared. 2016

 

VISLUMBRE. Instalación. Mujer, cuerpo e independencia. Detalle. Estante, yeso, cemento blanco. 2016

 

VISLUMBRE. Instalación. Mujer, cuerpo e independencia. Detalle. Estante, yeso, cemento blanco. 2016

 

VISLUMBRE. Instalación. Mujer, cuerpo e independencia. Detalle. Estante, yeso, cemento blanco. 2016

 

 

MUJER, CUERPO E INDEPENDENCIA

Luchas y resistencias de la mujer de cara al bicentenario

Texto curatorial (Valentina Mitrovich y Javier El Vázquez)

Pensar a la mujer y la independencia como dos disparadores significativos en el marco del Bicentenario de la emancipación de nuestro país, nos ha llevado inevitablemente a preguntarnos sobre algunas cuestiones: ¿Qué significa hoy ser independiente para las mujeres?; ¿Emancipación y libertad son derechos consagrados y reconocidos a las mujeres o son aspiraciones por las cuales aún tienen que luchar?, ¿Cuáles son los “campos” de batalla” en donde se libran esas luchas? Con estos interrogantes como norte decidimos brindar un espacio abierto, reflexivo y convocante a todo público. Nuestro enfoque curatorial pretende dar visibilidad a problemáticas que las mujeres han padecido particularmente a lo largo de la historia. Problemáticas que involucran a la sociedad en su conjunto. En ese sentido hemos evitado situarlas en una línea tiempo, que marque un recorrido impuesto por los relatos históricos tradicionales, en donde las mujeres solo son protagonistas de hechos puntuales. La estructura de toda la exposición gira alrededor de tres ejes: Encierros domésticos; Resistencias y luchas; Desapropiación y reapropiación del cuerpo. Cada uno de ellos aborda parte de los procesos que fueron y son transversales a la historia de las luchas de la emancipación de las mujeres. Hemos procurado que la mirada esté puesta en aquellos espacios donde se construyeron (y se construyen aún) prejuicios y en aquellas prácticas que desafían estereotipos elaborados y/o impuestos acerca de los roles de la mujer así como las cualidades o características de lo femenino, contribuyendo a instalar y cimentar las desigualdades. Las mujeres históricamente, han sido determinadas a cumplir un encierro en el hogar, y con ello su lugar ha estado delimitado a cumplir los roles de madres, de esposas y de amas de casa. Maternidad y familia constituyeron el lado mítico de definición de lo femenino. Consecuentemente, esta mitificación a lo largo del tiempo fue normativizando y organizando la diferencia sexual. Es decir, se fijaron comportamientos “socialmente aceptables” para las mujeres y características propias de la “personalidad femenina”: la sumisión, la dulzura, la educación moral, los sentimientos maternales, la sexualidad pasiva. Este delineamiento y control sobre las mujeres, fue situándolas en los márgenes del espacio público y al mismo tiempo invisibilizando su participación en la historia. Sin embargo, no podemos interpretar de manera lineal la historia de las mujeres sin pensar que a estos mecanismos de control se opusieron enormes y valientes actos de rebeldía y autonomía. Un componente estrechamente vinculado con las prácticas de lucha y resistencia de las mujeres es el que se refiere a la conciencia, una conciencia de la opresión, una conciencia de grupo, de identidades comunes, de lucha colectiva, o desde una soledad no siempre militante, sino simplemente transgresora, por parte de mujeres que se sintieron dueñas de sus cuerpos y de sus vidas. Muchas de estas luchas que llevaron adelante las mujeres, fueron realizadas sin una noción clara del significado emancipatorio de esos actos, en donde las mujeres rompían las cadenas del confinamiento doméstico, para ocupar lugares en el trabajo, en las calles, en las movilizaciones, espacios tradicionalmente otorgados a los varones. Por lo general, a lo largo de la historia, el cuerpo femenino estuvo cargado de connotaciones negativas. Las mujeres fueron vistas, estudiadas y analizadas como no-varones. Esta desapropiación del cuerpo llevó a construcciones estigmatizadas y se les impuso que no puedan decidir sobre su propio cuerpo. A la luz de los hechos cotidianos, el cuerpo de la mujer se presenta como un campo de batalla y de disputas de poder en el que la ciencia, la historia, el arte, la literatura, la política, el mercado, la religión y los mandatos sociales construyeron y establecieron modelos, definieron figuras y marcaron estereotipos de ser y sentirse mujer. Frente a estos mecanismos culturales de dominación, aún en el siglo XXI, las mujeres deben continuar luchando para lograr apropiarse de su cuerpo. El desafío es lograr que estas palabras puedan quedar en la memoria colectiva a modo de pregunta, instar a la reflexión a partir de la experiencia sensorial y cognitiva. Las manifestaciones artísticas como otro ámbito de reflexión suma su aporte de peso en la exhibición. Ocho artistas desarrollan, en forma comunitaria, intervenciones en el espacio del MUNT, aportando sentido a esa construcción sobre qué cosa supone ser mujer en estos tiempos y en consonancia con los ejes que estructuran la exposición.

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